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Un pantalón

Un pantalón

Mayo 04, 2021 / Fuera de las instalaciones de SEMEFO

María Guadalupe Villegas

Busca a su hijo Jonathan Daniel Álvarez Guzmán, desapareció el sábado 15 de febrero de 2020. Tenía 28 años.

Texto y retrato: Miriam Rodríguez

Antes de contarme lo que había sucedido aquel día en el que desapareció Jonathan, quiso dejarme en claro lo siguiente: “mi hijo ya no puede estar con vida. Yo pienso que fue la tristeza, antes que nada, lo que lo llevó a la muerte”.
Esto fue lo que sucedió el sábado 15 de febrero de 2020. La nieta de Lupita esperaba celebrar su cumpleaños número cinco, así que se reunieron a festejar en casa; ella, su esposo, Jonathan y su nieta. Se cantaron “Las Mañanitas”, se apagaron las velas, su nieta pidió un deseo y se partió el pastel. Jonathan le entregó su regalo, esperó que lo abriera y se quedó un rato más. Sin embargo, después de esto, Jonathan dijo, “ahorita vengo mamá, voy por un pantalón”. Salió y bajó las escaleras de la casa dúplex. Jamás volvió.
Sin imaginar Lupita lo que estaba ocurriendo, la celebración continuó y al anochecer su nieta se quedó a dormir con ella. Temprano a la mañana siguiente, como era costumbre los domingos, fueron a la iglesia. En todo este tiempo nadie dijo ni una palabra sobre su hijo. Al volver, Lupita se paró frente a la casa de Jonathan y decidió entrar. Todo estaba en su lugar, sus dos celulares sobre la cama, muy bien acomodados justo arriba de la cintura del pantalón que se encontraba extendido e intacto con su cartera dentro de uno de los bolsillos. Una normalidad aterradora.
Lupita no dejó que se prolongara aquel momento de contemplación, sabía que algo estaba mal y que tenía que seguir los pasos de su hijo para saber dónde estaba. Pero no halló ningún rastro, parecía que la tierra se lo había tragado. Cuando pasaron los días sin tener una respuesta, Lupita suplicó por ayuda, pero todos enmudecieron con total indolencia e indiferencia, agacharon sus miradas y se alejaron. Fue así como se paralizó su mundo. Todos la habían abandonado al saber que su hijo estaba desaparecido, excepto una persona: su nieta.
—¿Dónde está mi papá?
—Regresará pronto.
Lupita pudo mentir con sus palabras pero su mirada triste la delató ante aquella niña que extrañaba a su papá y exigía respuestas. A partir de ese momento su nieta tomó su mano para nunca más soltarla y buscar a Jonathan juntas el tiempo que fuera necesario, para así poder verlo llegar por aquella puerta, vestido con aquel pantalón que seguía intacto, esperándolo.
Al terminar de contarme lo que sucedió, tal vez Lupita recordó que su vida estaba dedicada a la búsqueda de su hijo al lado de aquella niña que la acompañaba a todas partes. Y tal vez por esta razón quiso terminar nuestra conversación dejándome en claro lo siguiente: “si no me entregan un cuerpo entero o en pedazos, mi hijo sigue vivo. Y yo nunca lo dejaré morir de tristeza de saber que no fue buscado”.